
El pelo rubio despampanante y encantador de la chica, se agitaba al compás del viento, su cuerpo se aferraba al ser que más quería en esta vida, era la imagen perfecta del amor, dos jóvenes que se amaban sin frenesís.

De pronto, se encontraban manejando a alta velocidad, la chica se asusto, su corazón comenzó a latir rápidamente, se aferro con todas sus fuerzas a él, solo para decirle que bajara la velocidad, pero él no lo hizo…

A la mañana siguiente la chica despertó en el hospital, estaba viva con algunos rasguños, pero nada serio, pero él había muerto. El había muerto por ella, dio su vida por su amor, jamás la soltó, recibió el impacto de frente y aun así no la dejo de abrazar.
A veces por amor podemos entregar nuestra propia vida, para que siga latiendo el corazón que tanto amamos.

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